PROEMIO.
Ya
pasaron alrededor de cinco meses desde cuando algunas hermanas y
hermanos del “Movimiento Camino” de
Santiago del Estero (R. Argentia) me solicitaron
a que redactara
el pròlogo del libro que se aprestaban a editar:
“Un camino para las Personas
divorciadas, separadas y en nueva uniòn” (el
tìtulo que lleva el libro, también refleja la tarea del Movimiento).
Bueno:
una vez màs deseo expresarles... ¡ rebosante gratitud !
Mi
gratitud no estriba tanto en el privilegio que se me otorgò en pro
de redactar el pròlogo de un libro (¡ pues, ya me hallarìa en el
àmbito de la jactancia!), sino en haberme despertado a la memoria
recuerdos
inolvidables,
pues imborrablemente
sedimentados en mi corazòn. Me refiero a los muchos... intensos...
maravillosos... dolorosos... conmovedores y resucitadores momentos
compartidos en Retiros y Encuentros con tantas hermanas y hermanos desgarrados por el drama del fracaso conyugal; los cuales, pese a
todo ello, tomaron la opciòn de seguir caminando con y... en el
Emanuel: “Dios-con-nosotros”
(cfr.
Mt 1,23).
Y,
ya sabemos: nuestro Dios, por esas paradojas tan frecuentes de su
Amor Misericordioso, fortalece sus deseos de andar-estar con nosotros (para
sostenernos (servirnos), envolvernos de ternura y consuelo) justo cuando
la vida... màs nos desampare.
PRÒLOGO
DEL LIBRO “Un camino para las
Personas divorciadas, separadas y en nueva uniòn” .
La
publicaciòn del siguiente pròlogo en mi blog , quiere ser un
homanaje a quienes fundaron “Movimiento Camino”; a los que estàn
comprometidos en su persistencia; a las mujeres y a los hombres que
cruzaron sus vidas con la del Movimiento (el cual de ellos recibe la vida).
¡ Un abrazo grande a todas/os !
¡ Un abrazo grande a todas/os !
"EL ESPÌRITU SANTO Y NOSOTROS..." (Hch 15, 28 a) 26/11/2013
Cuando
“Movimiento Camino” (de ahora en adelante, MC) se aprontaba a
hacer sus primeros pasos, alguien, con ademàn preocupado y en total
buena fe, me hizo presente que “¡ese grupo [sic.
MC] surgiò
fuera de la Comunidad Eclesial!”, en
referimiento de que no habìa nacido en el seno de una
parroquia y no hubo aval de presbìtero alguno. No fue asì, gracias
a Tata Dios, al Derecho Canònico (cfr. 299 - §1)
y a la presurosa atenciòn del hermano Obispo (de Santiago) Francisco, cuya
presencia en nuestros retiros espirituales fue el bàlsamo derramado
en las llagas de sus participantes. Asì como sus aportes en algùn
encuentro de formaciòn/coordinaciòn, que redundaron en beneficio de
nuestra decisiòn para seguir andando un
camino que se pronosticaba atrayente e intricado al mismo tiempo.
Con la
sosegada retrospectiva de los años que transcurrieron (el movimiento
ha sido fundado en el 2005), me atrebo a afirmar que la gènesis de
MC, otra cosa no fue sino el enèsimo y bien logrado fruto de una de
las màs felices intuiciones del Concilio Vaticano II: la
recuperaciòn del protagonismo de los Laicos, asì como se lo vivia,
con toda naturalidad, en la Iglesia de los primeros siglos. Un
protagonismo - cuando consubstanciado con madurez y libertad amante
- que sabe hacerse activa y provechosamente dòcil al soplo creativo
del Espìritu, el cual
“previene y gesta” toda iniciativa de amor en nuestros
corazones.
¡Asì es!
MC ha sido engendrado por el Espìritu y por una esigua comunidad de
Laicos, àbiles en leer los signos de los tiempos; con osado desafìo
y la fecunda impotencia de quien es cierto que “para Dios, nada
es imposible” (Lc 1,37),
quisieron adentrar una realidad entre las màs dolorosas de la
humanidad y de la Iglesia: el drama de las personas separadas,
divorciadas y en nueva uniòn.
Un drama que
paradojicamente, en razòn de factores emocionales, prejuicios y
malentendidos doctrinales, se torna aun màs agudo para quienes,
desde esa situaciòn, quieren seguir un camino autèntico de fe. Las
cristianas y los cristiano separados, se sienten a menudo marginados
eclesiales y en definitiva... marginados por Dios.
MC ha nacido
para trasmitirles - a estos hombres y mujeres - un mensaje tan
esencial cuan dificil en su asimilaciòn real: que la verdad es otra. Ellos... ustedes, hermanas y hermanos separados, son
parte viva del Cuerpo Mìstico de Jesùs (la Iglesia); son
esposas y esposos de Jesùs ¡y ese
matrimonio no fracasarà (cfr. Os 2,21-22; Is 62,3-5.12) !
Ustedes son “la Carne herida de Cristo”, como ama decir
nuestro hermano Obispo (de Roma) Francisco. Ustedes son aquellas/os
que Dios quiere abrigar en su regazo con la ternura visceral de una
mamà (cfr. Is 49,15; 66,13; Sal 131,2; CIC, 239). Pues, si asì no
fuere, se vendrìa abajo el fulcro mismo de toda la Historia Sagrada,
o sea: Dios anhela ardientemente cobijar en el “centro” de
su Amor Misericordioso,
a quièn se siente fracasado, confuso, desolado, equivocado,
arrebatado por el siniestro misterio de la existencia.
MC tuvo la
humilde ambiciòn de querer ser ese rostro de Dios para estas
personas; y por cierto lo logrò, a sabiendas de que sus muchas
limitacione frente a la amplitud de la problemàtica enfrentada, iban
a ser colmadas por la soleada sombra del Espìritu Santo (cfr. Lc
1,35).
MC recibiò
al mismo tiempo mucho de cada persona que lleva la cruz de la
separaciòn: nada menos que el honor - ¡y què honor! - de acariciar
las heridas del Maestro resucitado (cfr. Jn 20, 25.27-28). Pues Dios mismo, en la Humanidad
crucificada y resucitada/glorificada del Hijo, manifiesta su deseo irrefrenable
de hacerse solidario (ib. 19, 28b; Mt 11, 28) con la humanidad doliente y desgarrada por los
dramas afectivos, al punto de identificarse con ella: “Estuve en
el dolor a causa de mi separaciòn, postrado por el fracaso del màs
hermoso sueño de mi vida; me sentìa culpable por ver a mis hijos
sin la càlida seguridad de un nido, ... , y te arrodillaste delante
mio para enjuagar mis Làgrimas, acariciar mi Rostro” (cfr. Mt
25,31-40) .
Me complazco
sobremanera imaginando que con mucha probabilidad, van a ser estas
las palabras que MC irà escuchando - de la boca del mismo Esposo
(Jesùs) - en las Bodas Definitivas,
durante el regodeo interior del convite parusìaco ya empezado en el ahora de la redenciòn (cfr. Is 25, 6-10).
¡Dios se lo pague, hermanas y hermanos divorciados!
¡Dios se lo pague, hermanas y hermanos divorciados!
Hermano Ignacio Cùncu Piàno hm
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