martedì 25 marzo 2014

COMO CORDERITOS EN EL REGAZO DE DIOS (cfr. Is 40, 11)

PROEMIO.

Ya pasaron alrededor de cinco meses desde cuando algunas hermanas y hermanos del “Movimiento Camino” de Santiago del Estero (R. Argentia) me solicitaron a que redactara el pròlogo del libro que se aprestaban a editar: “Un camino para las Personas divorciadas, separadas y en nueva uniòn” (el tìtulo que lleva el libro, también refleja la tarea del Movimiento).

Bueno: una vez màs deseo expresarles... ¡ rebosante gratitud !

Mi gratitud no estriba tanto en el privilegio que se me otorgò en pro de redactar el pròlogo de un libro (¡ pues, ya me hallarìa en el àmbito de la jactancia!), sino en haberme despertado a la memoria recuerdos inolvidables, pues imborrablemente sedimentados en mi corazòn. Me refiero a los muchos... intensos... maravillosos... dolorosos... conmovedores y resucitadores momentos compartidos en Retiros y Encuentros con tantas hermanas y hermanos desgarrados por el drama del fracaso conyugal; los cuales, pese a todo ello, tomaron la opciòn de seguir caminando con y... en el Emanuel: “Dios-con-nosotros” (cfr. Mt 1,23).

Y, ya sabemos: nuestro Dios, por esas paradojas tan frecuentes de su Amor Misericordioso, fortalece sus deseos de andar-estar con nosotros (para sostenernos (servirnos), envolvernos de ternura y consuelo) justo cuando la vida... màs nos desampare.

PRÒLOGO DEL LIBRO “Un camino para las Personas divorciadas, separadas y en nueva uniòn” .

La publicaciòn del siguiente pròlogo en mi blog , quiere ser un homanaje a quienes fundaron “Movimiento Camino”; a los que estàn comprometidos en su persistencia; a las mujeres y a los hombres que cruzaron sus vidas con la del Movimiento (el cual de ellos recibe la vida).
                                                                                              
                                                                                                      ¡ Un abrazo grande a todas/os !


"EL ESPÌRITU SANTO Y NOSOTROS..." (Hch 15, 28 a)                                          26/11/2013

Cuando “Movimiento Camino” (de ahora en adelante, MC) se aprontaba a hacer sus primeros pasos, alguien, con ademàn preocupado y en total buena fe, me hizo presente que “¡ese grupo [sic. MC] surgiò fuera de la Comunidad Eclesial!”, en referimiento de que no habìa nacido en el seno de una parroquia y no hubo aval de presbìtero alguno. No fue asì, gracias a Tata Dios, al Derecho Canònico (cfr. 299 - §1) y a la presurosa atenciòn del hermano Obispo (de Santiago) Francisco, cuya presencia en nuestros retiros espirituales fue el bàlsamo derramado en las llagas de sus participantes. Asì como sus aportes en algùn encuentro de formaciòn/coordinaciòn, que redundaron en beneficio de nuestra decisiòn para seguir andando un camino que se pronosticaba atrayente e intricado al mismo tiempo.

Con la sosegada retrospectiva de los años que transcurrieron (el movimiento ha sido fundado en el 2005), me atrebo a afirmar que la gènesis de MC, otra cosa no fue sino el enèsimo y bien logrado fruto de una de las màs felices intuiciones del Concilio Vaticano II: la recuperaciòn del protagonismo de los Laicos, asì como se lo vivia, con toda naturalidad, en la Iglesia de los primeros siglos. Un protagonismo - cuando consubstanciado con madurez y libertad amante - que sabe hacerse activa y provechosamente dòcil al soplo creativo del Espìritu, el cual “previene y gesta” toda iniciativa de amor en nuestros corazones.

¡Asì es! MC ha sido engendrado por el Espìritu y por una esigua comunidad de Laicos, àbiles en leer los signos de los tiempos; con osado desafìo y la fecunda impotencia de quien es cierto que “para Dios, nada es imposible” (Lc 1,37), quisieron adentrar una realidad entre las màs dolorosas de la humanidad y de la Iglesia: el drama de las personas separadas, divorciadas y en nueva uniòn.

Un drama que paradojicamente, en razòn de factores emocionales, prejuicios y malentendidos doctrinales, se torna aun màs agudo para quienes, desde esa situaciòn, quieren seguir un camino autèntico de fe. Las cristianas y los cristiano separados, se sienten a menudo marginados eclesiales y en definitiva... marginados por Dios.

MC ha nacido para trasmitirles - a estos hombres y mujeres - un mensaje tan esencial cuan dificil en su asimilaciòn real: que la verdad es otra. Ellos... ustedes, hermanas y hermanos separados, son parte viva del Cuerpo Mìstico de Jesùs (la Iglesia); son esposas y esposos de Jesùs ¡y ese matrimonio no fracasarà (cfr. Os 2,21-22; Is 62,3-5.12) ! Ustedes son “la Carne herida de Cristo”, como ama decir nuestro hermano Obispo (de Roma) Francisco. Ustedes son aquellas/os que Dios quiere abrigar en su regazo con la ternura visceral de una mamà (cfr. Is 49,15; 66,13; Sal 131,2; CIC, 239). Pues, si asì no fuere, se vendrìa abajo el fulcro mismo de toda la Historia Sagrada, o sea: Dios anhela ardientemente cobijar en el “centro” de su Amor Misericordioso, a quièn se siente fracasado, confuso, desolado, equivocado, arrebatado por el siniestro misterio de la existencia.

MC tuvo la humilde ambiciòn de querer ser ese rostro de Dios para estas personas; y por cierto lo logrò, a sabiendas de que sus muchas limitacione frente a la amplitud de la problemàtica enfrentada, iban a ser colmadas por la soleada sombra del Espìritu Santo (cfr. Lc 1,35).

MC recibiò al mismo tiempo mucho de cada persona que lleva la cruz de la separaciòn: nada menos que el honor - ¡y què honor! - de acariciar las heridas del Maestro resucitado (cfr. Jn 20, 25.27-28). Pues Dios mismo, en la Humanidad crucificada  y resucitada/glorificada del Hijo, manifiesta su deseo irrefrenable de hacerse solidario (ib. 19, 28b; Mt 11, 28) con la humanidad doliente y desgarrada por los dramas afectivos, al punto de identificarse con ella: “Estuve en el dolor a causa de mi separaciòn, postrado por el fracaso del màs hermoso sueño de mi vida; me sentìa culpable por ver a mis hijos sin la càlida seguridad de un nido, ... , y te arrodillaste delante mio para enjuagar mis Làgrimas, acariciar mi Rostro” (cfr. Mt 25,31-40) .

Me complazco sobremanera imaginando que con mucha probabilidad, van a ser estas las palabras que MC irà escuchando - de la boca del mismo Esposo (Jesùs) - en las Bodas Definitivas, durante el regodeo interior del convite parusìaco ya empezado en el ahora de la redenciòn (cfr. Is 25, 6-10). 

¡Dios se lo pague, hermanas y hermanos divorciados!

 
                                                                                      Hermano Ignacio Cùncu Piàno hm



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